Relato de Niko Castrillo publicado el 24.11.17 en Facebook.
I PARTE.
"Este mediodía, volvía de trabajar desde Gasteiz a Durango, y después de atravesar Legutio, en el desvío hacia Urkiola, he visto a un señor de entre 50 y 60 años... haciendo auto-stop.
Me ha extrañado mucho ver a una persona de esa edad "haciendo dedo", y he parado en el arcén para preguntarle si necesitaba ayuda o le podía acercar a su casa o algo.
Vestía una sudadera azul, unos vaqueros y unas zapatillas deportivas, barba de un par de días, y no me parecía que tuviera aspecto desaliñado.
Me ha extrañado mucho ver a una persona de esa edad "haciendo dedo", y he parado en el arcén para preguntarle si necesitaba ayuda o le podía acercar a su casa o algo.
Vestía una sudadera azul, unos vaqueros y unas zapatillas deportivas, barba de un par de días, y no me parecía que tuviera aspecto desaliñado.
Al acercarse a la furgoneta, abre la puerta y me dice:
-"Hola, buenos días, gracias por parar, voy hacia Durango".
Yo le contesto:
"De nada, hombre, yo también voy hasta Durango, sube que te llevo".
El hombre se monta en la furgo, se abrocha el cinturón de seguridad y me dice:
-"Muchas gracias, de verdad, estaba haciendo auto-stop en la entrada de la Autopista de Gamarra pero ha parado la Ertzaintza y me ha dicho que ahí no podía estar y que me tenía que ir, y que por esta vez pasaba pero que eran 300 € de multa, que en las autovías no puede haber peatones y tal. Es que tengo que llegar a Donosti antes de que cierren el albergue, y he pensado que si me ponía en la entrada del autopista alguien podria llevarme hasta Eibar o igual más.
Pero como me han echado de allí, pues he venido andando hasta aquí a ver si alguien me paraba y me acercaba hasta Durango.
Es que si llego tarde al albergue me quedo sin cenar y tengo que dormir en la calle. Y por las noches ya hace frío".
Me he quedado de piedra al escucharle.
Todavía no me había puesto en marcha, le estaba mirando y cuando me ha devuelto la mirada he visto la tristeza y la amargura en sus ojos.
Nos incorporamos a la carretera, y hemos comenzado a hablar. Mejor dicho, le he hecho una pregunta acerca de su situación, le he comentado que me había sorprendido verle "haciendo dedo" y que he parado porque he pensado que podría estar en un apuro y necesitar ayuda.
Y me ha contado lo que le había pasado. Ha comenzado a hablar y me ha contado lo siguiente:
"Verás, yo soy de Orduña y tengo 59 años. Estudié Maestría Industrial y a los 18 años empecé a trabajar en una fábrica en mi pueblo. He trabajado en la misma fábrica más de 35 años, pero con la crisis, la fábrica cerró y nos quedamos todos en la calle, a mí me pillo con 55 años. Como a esta edad ya no te contrata nadie, estuve cobrando el paro hasta que se me acabó, y con el paro y unos ahorrillos que tenía pues podía ir pagando la hipoteca del piso y así iba tirando.
Pero cuando se me terminó el paro y los ahorros ya no pude pagar la hipoteca.
En seis meses, el Banco de Santander se quedó con mi casa, y yo en la calle. Me faltaban por pagar 30.000 €. Ya había pagado 125.000 €, pero al dejar de pagar seis meses, el Banco se quedó con el piso. Y como no tengo familia, ni dinero, ni sitio a donde ir, pues ando de albergue en albergue porque sólo puedo estar tres días al mes en cada albergue, porque estoy empadronado en Orduña, y para tener derecho a la plaza del albergue tienes que estar empadronado en Bilbao, o en Donosti, o en Gasteiz.."
Yo no me podía creer lo que estaba oyendo. Y le pregunto:
-"Pero habrás ido a los Servicios Sociales, tiene que haber ayudas para personas en tu situación!!"
Y me contesta, con mucha calma y con voz baja:
-"Si que he ido,sí. Estuve con la asistenta social del Ayuntamiento de Orduña, ella me dio la lista de los albergues municipales, sólo hay en las capitales. Cuando le conté lo que me había pasado, me dijo que solicitara la RGI, pero que como no tengo cargas familiares, ni mujer ni hijos ni padres ni nada, pues solo me corresponde el 30% de la RGI, una miseria, ya ves."
-"También hablé con un abogado del pueblo, le dije que no le podía pagar pero le pregunté si se podía hacer algo con lo del piso y el Santander, y me contestó que me olvidara del piso porque no lo iba a recuperar, pero que sí que me tendrían que devolver una parte de lo que ya había pagado. Que tasarían el piso y que, según el valor actual del mercado, me devolverían la parte proporcional de lo que yo ya había pagado. Pero que como el banco es poderoso y tienen su ejército de abogados, recurrirán las sentencias hasta el Tribunal Supremo y tardaré en cobrar lo que me quieran devolver por lo menos cuatro años. Y así estoy, después de 35 años cotizando, durmiendo nueve días al mes en los albergues y eso suponiendo que haya alguna plaza libre. El resto del mes en la calle y comiendo de lo que me dan."
Se me saltaban las lágrimas al oírle, no daba crédito a lo que me estaba contando.
-"No puede ser, pero si hay centros de acogida y eso.." - le comento-
-"Pues así es, amigo. Mira, el otro día en el albergue de Bilbao me dijeron que no quedaban plazas, les dije que a ver si por lo menos me podían dar algo de cenar, que llevaba todo el día sin comer, y me contestaron que tampoco, que las cenas eran de un servicio de catering y que tenían tantas cenas como camas, y que si me daban de cenar a mí, el que tenía la cama adjudicada se quedaría sin cenar. Así que me quede sin cenar y sin cama. El albergue estaba lleno de inmigrantes ¿sabes?. Es que los inmigrantes tienen más derechos que yo..
Esa noche fui a dormir a la estación de la Renfe, pero el Guarda de Seguridad me echó de allí cuando llegó el último tren porque la Estación cierra de noche, cuando no hay trenes.
Así que al final me senté en un banco de un parque, dando cabezadas. A las cuatro de la madrugada, una patrulla de la Policía me despertó y me pidió la documentación. Le dije que no era un delincuente, le di la documentación y le conté mi situación. Uno de ellos fue al Patrol a comprobarla o algo y, al volver, venia cagándose en Dios y en todos los Santos, me dijo que no me podía llevar al cuartel porque no estaba detenido ni nada, ni podía invitarme a cenar porque eran las 4 de la mañana y estaba todo cerrado. Me dió un billete de 20€ y me dijo que por la mañana, a las seis, abrían un bar allí cerca y que podría desayunar. Era un sargento de la Guardia Civil, de esos que llevan una boina verde.."
A estas alturas del relato, a mí la ira ya me estaba comiendo las entrañas.
Y el hombre seguía contando:
-"Yo no es que tenga nada contra los negros ni los moros o los rumanos, pero no puedo entender que después de 35 años, 5 meses y 10 días cotizados a la Seguridad Social, todos mis derechos sean a tres noches de cama por mes en un albergue y sin embargo los inmigrantes, sin papeles ni nada, sin haber cotizado ni un duro, puedan estar todo el tiempo que quieran. De verdad que no lo entiendo".
Joder, ni yo tampoco. Es que me parece surrealista, pensaba yo.
"Y así estoy ahora, amigo."- me decía el hombre-
"Menos mal que en el albergue de Gasteiz hay consigna y puedo dejar allí la mochila con la ropa un mes, y voy a Donosti con la única ropa limpia que me queda, y con una maquinilla de afeitar en el bolsillo, para poder asearme un poco. Pero tengo que llegar a Donosti antes de que cierren o me vuelvo a quedar en la calle y sin comer ni cenar, por que no tengo ni un céntimo. Así que gracias por llevarme a Durango, a ver si tengo suerte y me recoge alguien que vaya a Donosti y llego a tiempo al albergue.."
Llegamos a Durango, y yo ya llegaba tarde a una reunión de la empresa, pero la verdad es que en ese momento me la sudaba completamente.
Y me dice el hombre:
-"Bueno, pues muchas gracias, ya me puedes dejar por aquí donde quieras..."
Y le contesto yo:
"No te preocupes, mira, esto es lo que vamos a hacer"
Saqué mi cartera del bolso, miré lo que tenía y se lo puse en la mano. 22 euros con 60 céntimos. No tenía más.
-"Con esto te puedes pagar un menú del día y el billete del bus o del tren a Donosti. Si quieres te acerco a la parada del bus o a la Estación del tren, como prefieras".
Y el me contestó.
"Muchas gracias, amigo, pero prefiero que me dejes en la carretera, cerca de la autopista. Si alguien me lleva a Donosti, con estos 20 euros puedo comer tres días. Si no me lleva nadie, entonces cogeré el autobús. Pero tengo que llegar antes de que cierren el albergue..."
Se bajó de la furgo en la rotonda de acceso a la Autopista, y me volvió a dar las gracias, una vez más.
Yo me fui a la reunión de la empresa, con lágrimas en los ojos, el corazón roto y el alma rebosante de ira.
Y mientras llegaba a mi destino, iba pensando en que especie de mierda de país vivo, que acoge a los de fuera (que está muy bien) y excluye a los de casa (que con sus impuestos hacen que el de fuera tenga cena y cama, aunque para él no haya).
Tiene cojones el tema.
Aquí, cualquier día va a pasar algo muy gordo".
Moraleja de Per Bat: Ya está pasando, pero nos lo ocultan, porque estamos ciegos.
II PARTE
Como muchas de las "historias", el mismo autor nos narra la segunda parte el 3 de Diciembre, a las 18,25h., por el mismo medio que lo hizo en la primera. Al igual que la anterior, la copio tal cual la ha escrito.
"EL AUTOESTOPISTA (parte 2 y fin de la historia).
Me imagino que todos (o al menos, muchos) de mis contactos del Facebook tenéis aún en mente mi comentario del viernes 24 de Noviembre, en el que relataba mi encuentro con una persona a la que recogí en la carretera en Legutio y llevé hasta Durango, y lo que ésta persona me contó acerca de su dramática situación personal.
Pues bien, resulta que el relato en cuestión, gracias al alcance de las Redes Sociales, generó un verdadero aluvión de reacciones ( más de 9.000), ha sido compartido por más de 14.000 usuarios de Facebook y ha llegado a tener más de 4.000 comentarios, la inmensa mayoría de ellos solidarizándose con ésta persona, y ofreciendo su su ayuda y su colaboración desinteresada con el fin de encontrarle y, en la medida de lo posible, ayudar a paliar su situación.
He de comentar igualmente que también he tenido que leer, en el mismo hilo, otra serie de mensajes, alguno que otro verdaderamente desagradable y hasta ofensivo, en los que se me tachaba de fascista, xenófobo, ultraderechista, etc, etc...
No le daré mayor importancia a éstos últimos, ya que considero que todo el mundo es libre de expresar su opinión, y todas las opiniones deben ser respetadas, aunque personalmente no las comparta. Y, en todo caso, han sido comentarios de personas que no me conocen en absoluto, y que dejan claro que no han entendido para nada el transfondo del mensaje que, a través del post publicado, pretendía transmitir, que no era otro que la tremenda injusticia que, en mi opinión, se estaba cometiendo contra una persona que, tras más de 35 años cotizando a la Seguridad Social, y habiendo pagado las tres cuartas partes de la hipoteca de su vivienda, se veía en la calle, con una mano delante y otra detrás. O sea, abandonado por el Estado.
Dada la repercusión y la redifusión de mi post original (cosa que me tenía absolutamente alucinado), en cuestión de horas comencé a recibir por canales tanto públicos como privados innumerables mensajes de personas y entidades que, de una forma u otra, habían comenzado a trabajar de forma totalmente desinteresada para intentar localizar al protagonista del relato (bien mediante llamadas a los albergues, centros de acogida, comedores sociales, etc, bien mediante búsquedas en diversos Servicios Sociales y de atención a personas en estado de exclusión social), para poder así su ayuda de forma totalmente altruista y desinteresada.
He de agradecer desde aquí, a título personal y con toda sinceridad, a Marta Uriarte Blázquez y a Ainhoa Elu, a la plataforma "No eres de Orduña si..", a los Servicios Sociales y los Ayuntamientos de Orduña y de Amurrio, el IMPAGABLE TRABAJO REALIZADO en la búsqueda y localización de esta persona. Y a todas y cada una de las personas y organizaciones que se han implicado, de una u otra forma, en dicha búsqueda, a todos ellos, gracias de corazón.
Y como el trabajo y la dedicación, más pronto o más tarde, siempre terminan dando sus frutos, he aquí que, a pesar de no haber podido dar con su paradero, el trabajo de investigación realizado ha servido para, finalmente, no poner ni cara, ni ojos, ni nombre ni apellidos al "personaje" en cuestión.
Y digo "personaje", y no persona, porque el resultado de la búsqueda realizada con los pocos datos disponibles (datos que él me proporcionó durante el trayecto durante el cual me contó su historia), arrojó unos resultados que me han dejado, literalmente, clavado a la silla.
Resulta que el personaje en cuestión ha resultado ser un verdadero artista del engaño.
No sólo lo que me contó es del todo incierto, si no que además, la historia que cuenta (ahora dispongo de datos contrastados que demuestran que no soy el primero que la escucha) la tiene muy bien estudiada y preparada, con el objetivo de contársela a los incautos (como yo mismo) que se cruzan en su camino para provocar en ellos un sentimiento de lástima hacia él y su situación personal, de manera que te sientas solidarizado para con él y que, dentro de tus posibilidades, le prestes ayuda.
Económicamente hablando, claro.
Osea, sacarte la pasta que puedas llevar encima.
Lo que simple y llanamente se denomina un embaucador. O timador. O directamente, un caradura.
Vamos, un jeta.
Los que me conocéis personalmente, sabréis que mi decepción al constatar el engaño ha sido mayúscula. He necesitado reflexionar profundamente y tomarme mi tiempo para pensar cuál debería ser mi reacción ante este hecho, de forma que pudiera tomar una decisión correcta al respecto de lo acontecido con este personaje, que bien se aprovecha de la buena voluntad de las personas que, por azares de la vida, tienen la "fortuna" de cruzarse en su camino.
Y ésta es la razón por la que publico esta "segunda parte y final de la historia", la de poneros a todos/as sobre aviso de la clase de canalla que ha resultado ser éste personaje, por si alguien, alguna vez, tiene la suerte (o la desgracia) de encontrárselo en una carretera haciendo, una vez más, auto-stop para "llegar a tiempo al albergue".
P.D.
Que esta experiencia haya resultado un fiasco personal no va a cambiar mi forma de ser ni de pensar en absoluto. Prefiero ser solidario y llevarme una decepción tan amarga como la que he vivido, que no dejar de ayudar (dentro de mis posibilidades) a quien esté pasando penurias.
Que bastante jodida es la vida ya...
Y a tod@s l@s que me enviáis solicitudes de amistad, disculpad que os rechace, yo sólo acepto solicitudes de quien conozco de verdad, es decir, personalmente.
Gracias por todo, a tod@s"
Pues bien, resulta que el relato en cuestión, gracias al alcance de las Redes Sociales, generó un verdadero aluvión de reacciones ( más de 9.000), ha sido compartido por más de 14.000 usuarios de Facebook y ha llegado a tener más de 4.000 comentarios, la inmensa mayoría de ellos solidarizándose con ésta persona, y ofreciendo su su ayuda y su colaboración desinteresada con el fin de encontrarle y, en la medida de lo posible, ayudar a paliar su situación.
He de comentar igualmente que también he tenido que leer, en el mismo hilo, otra serie de mensajes, alguno que otro verdaderamente desagradable y hasta ofensivo, en los que se me tachaba de fascista, xenófobo, ultraderechista, etc, etc...
No le daré mayor importancia a éstos últimos, ya que considero que todo el mundo es libre de expresar su opinión, y todas las opiniones deben ser respetadas, aunque personalmente no las comparta. Y, en todo caso, han sido comentarios de personas que no me conocen en absoluto, y que dejan claro que no han entendido para nada el transfondo del mensaje que, a través del post publicado, pretendía transmitir, que no era otro que la tremenda injusticia que, en mi opinión, se estaba cometiendo contra una persona que, tras más de 35 años cotizando a la Seguridad Social, y habiendo pagado las tres cuartas partes de la hipoteca de su vivienda, se veía en la calle, con una mano delante y otra detrás. O sea, abandonado por el Estado.
Dada la repercusión y la redifusión de mi post original (cosa que me tenía absolutamente alucinado), en cuestión de horas comencé a recibir por canales tanto públicos como privados innumerables mensajes de personas y entidades que, de una forma u otra, habían comenzado a trabajar de forma totalmente desinteresada para intentar localizar al protagonista del relato (bien mediante llamadas a los albergues, centros de acogida, comedores sociales, etc, bien mediante búsquedas en diversos Servicios Sociales y de atención a personas en estado de exclusión social), para poder así su ayuda de forma totalmente altruista y desinteresada.
He de agradecer desde aquí, a título personal y con toda sinceridad, a Marta Uriarte Blázquez y a Ainhoa Elu, a la plataforma "No eres de Orduña si..", a los Servicios Sociales y los Ayuntamientos de Orduña y de Amurrio, el IMPAGABLE TRABAJO REALIZADO en la búsqueda y localización de esta persona. Y a todas y cada una de las personas y organizaciones que se han implicado, de una u otra forma, en dicha búsqueda, a todos ellos, gracias de corazón.
Y como el trabajo y la dedicación, más pronto o más tarde, siempre terminan dando sus frutos, he aquí que, a pesar de no haber podido dar con su paradero, el trabajo de investigación realizado ha servido para, finalmente, no poner ni cara, ni ojos, ni nombre ni apellidos al "personaje" en cuestión.
Y digo "personaje", y no persona, porque el resultado de la búsqueda realizada con los pocos datos disponibles (datos que él me proporcionó durante el trayecto durante el cual me contó su historia), arrojó unos resultados que me han dejado, literalmente, clavado a la silla.
Resulta que el personaje en cuestión ha resultado ser un verdadero artista del engaño.
No sólo lo que me contó es del todo incierto, si no que además, la historia que cuenta (ahora dispongo de datos contrastados que demuestran que no soy el primero que la escucha) la tiene muy bien estudiada y preparada, con el objetivo de contársela a los incautos (como yo mismo) que se cruzan en su camino para provocar en ellos un sentimiento de lástima hacia él y su situación personal, de manera que te sientas solidarizado para con él y que, dentro de tus posibilidades, le prestes ayuda.
Económicamente hablando, claro.
Osea, sacarte la pasta que puedas llevar encima.
Lo que simple y llanamente se denomina un embaucador. O timador. O directamente, un caradura.
Vamos, un jeta.
Los que me conocéis personalmente, sabréis que mi decepción al constatar el engaño ha sido mayúscula. He necesitado reflexionar profundamente y tomarme mi tiempo para pensar cuál debería ser mi reacción ante este hecho, de forma que pudiera tomar una decisión correcta al respecto de lo acontecido con este personaje, que bien se aprovecha de la buena voluntad de las personas que, por azares de la vida, tienen la "fortuna" de cruzarse en su camino.
Y ésta es la razón por la que publico esta "segunda parte y final de la historia", la de poneros a todos/as sobre aviso de la clase de canalla que ha resultado ser éste personaje, por si alguien, alguna vez, tiene la suerte (o la desgracia) de encontrárselo en una carretera haciendo, una vez más, auto-stop para "llegar a tiempo al albergue".
P.D.
Que esta experiencia haya resultado un fiasco personal no va a cambiar mi forma de ser ni de pensar en absoluto. Prefiero ser solidario y llevarme una decepción tan amarga como la que he vivido, que no dejar de ayudar (dentro de mis posibilidades) a quien esté pasando penurias.
Que bastante jodida es la vida ya...
Y a tod@s l@s que me enviáis solicitudes de amistad, disculpad que os rechace, yo sólo acepto solicitudes de quien conozco de verdad, es decir, personalmente.
Gracias por todo, a tod@s"
La opinión de Per Bat: En esta "película" hay muchos actores. Es la historia de la vida. Y yo, a través de este comentario, también soy uno de ellos. Valiente el protagonista "bueno". Quizás necesario también el pícaro. Es la España de siempre. Gracias Niko Castrillo, por escribirla entera. Ha merecido la pena leerla y trasmitirla. Cada lector que saque sus conclusiones.
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