lunes, 21 de abril de 2014

23.- EL CAMINO OLVIDADO O DE LA MONTAÑA (2014)

En la quinta y última etapa, pasar del Valle del Omaña o Valle Gordo (Fasgar) al  del Alto Bierzo, ambos en León, ha sido difícil, por las dificultades meteorológicas y tener que superar la cota de 1.645 m. con niebla, lluvia y mucha nieve.
Desde Aguilar de Campóo a Bembibre, andando otros  265 kilómetros de soledad  y buenas gentes, con duras aventuras en la nieve, noches en la calle... pero muchas más rosas que espinas.

Termino sano y salvo la difícil "aventura" el viernes 21 de marzo (normalmente el día del paso del invierno a la primavera) al anochecer en Bembibre. Pero también el regreso en bus y tren a Aguilar -vía León y Palencia-  me reserva algún problema no deseado,  para el que ya mi mente y cuerpo están preparados. Aquí  lo cuento.  

Cuando he ido sumando caminos diferentes en la Península Ibérica en esta última década, también empecé a soñar en recorrerlos todos caminando a pie. En solitario, diferentes épocas, clima, dificultades y trazados. En enero he terminado el 22º.  Y el pasado octubre, en Logroño, cuando creía haber cerrado un ciclo, ya comenté que los objetivos no tienen final, si la voluntad y la constancia son muy fuertes, porque la creatividad no se aca.ba

Y un día en Aguilar me crucé con dos peregrinos. Ellos hacían el Camino Olvidado. Hoy me toca a mí, aprovechando unas semanas de vacaciones con la familia, que me animan a ello.  Este Camino, obviamente muy desconocido, va de Bilbao a Camponaraya, donde entra en el Francés. Tengo una semana para los casi 300 kms. de esta "segunda parte", que me objetivo desde la villa palentina. El tramo restante desde Bilbao, lo dejo para otra ocasión.

Será el Camino  diferente 23º a pie en mi manera de contarlos, porque son muchas más veces las que he salido a hacer tramos largos. Y siempre lo he escrito y contado, que ambas forman completan la cultura. Por ello, alguien que me escuchó una charla, se metió y sigue añadiéndolos  en su muy trabajado blog de enlaces Diarios de Peregrinos. Allí está mi primero, allá  por 1965, de una forma muy diferente. Cincuenta años ya. El premio no es tanto el figurar como séptimo diario escrito más antiguo de la historia de este tema y ser el peregrino vivo que tiene el diario más antiguo escrito y está documentado -según este virtuoso y tenaz recopilador-, sino que quede escrito para siempre y para toda la humanidad. Eso es cultura para todos, aunque por desgracia sólo la aprecie una minoría.


Lunes 17.03.2014 - 1ª Etapa: AGUILAR DE CAMPOO -CASTREJON DE LA PEÑA, 52 kms.

Madrugo para salir de noche, a las 6,25 h.  Porque conozco bien los más de 30 kms. iniciales, que podría hacer de noche.  Pero es  que la primera etapa me exige un sobreesfuerzo para  intentar llegar a dormir a Guardo. Y eso que la helada es de órdago, pero el día se prevé va a ser fantástico para mi andadura.
 
Santa Cecilia, joya del románico, y el Castillo me despiden de madrugada y de noche en Aguilar.
Presa del Embalse de Aguilar y río Pisuerga. Este me acompaña río arriba hasta Cervera.
El catamarán está en paro. No envidio una vuelta en él, que tampoco despreciaría.
Desde el amanecer disfruto en el horizonte de la Montaña Palentina, que cada hora recorrida de hoy se me irá acercando.
Si hubiera hecho este Camino en 1955, caminaría por esta "carretera" tras pasar por Renedo de Zalima. Después se la tragó el Embalse, que está a mi espalda y al que sólo le quedan tres metros escasos para llegar a su cota más alta, de 942,50 msnv.
En Salinas, apellidada de Pisuerga para distinguirla de tantas homónimas en España, no me salto el cruzar entero el pueblo, pero sí esta ermita de NªSª de Quintanahernando a 900 m., donde empieza a embalsar el pantano, porque la he visitado hace tan sólo tres días dando la vuelta circular completa al Embalse, que he subido al blog Anetismo.
Me amanece al paso junto a Corvio, retrato la espléndida parroquia de Matamorisca, en lo alto del monte, separada del pueblo  y como enfadada con sus feligreses. Después Renedo de Zalima, donde dejo una nota por debajo de su puerta a Gelín y Mari, después de haber descomido la primera del día en una campa de al lado.

Y a partir de ésta, mis fotos directas al paso por el Olvidado. A las 6,48 h. al poco de salir, voy por debajo de la presa del Embalse de Aguilar. La luna me ilumina el Camino. 
Por Matamorisca, con su gran iglesia solitaria al fondo, ha amanecido y la helada blanca es muy fría.

En Salinas de Pisuerga, además de patear todo el pueblo de 414 habitantes, paso unos minutos a visitar a Luis Suances, tío carnal de mi cónyuge, que a sus ya más de 85, lleva más de dos años en estado muy deteriorado en la Residencia.  Después sigo también alejado de la nueva carretera porque no me quiero perder el encanto de los pueblos que viven aquí tanto con el Pisuerga, que hasta muchos se lo han incorporado como apellido.

Unas pocas gallinas de las muchas que tiene Guadalupe, 93 años y la cadera rota, en Barcenilla, donde sólo duermen todos los días ella y su vecina Avelina, de 81 años. ¡Qué pena que tan rico y bonito pueblo esté casi despoblado!
 En Barcenilla saludo a Avelina (83) y a Guadalupe Labrador Olea (93), que aunque muy mayores e invalida la segunda, son las únicas  personas que duermen todos los días en esta aldea. En Quintanaluengos me agrada ver a tres personas, que es el 10% de toda su población, esperando al Bibliobus. Y entre ellas a Luciana, de 92 años. También charlo un ratillo con Nati, la conductora y bibliotecaria, porque es la primera vez que veo y me subo a una biblioteca andante.

Quintanaluengos y detrás la Montaña Palentina nevada, que no dejaré de ver hasta pasar a León, donde como la nieve no entiende de provincias políticas, va a seguir siendo igual de montaña e igual de nevada. Claro, por eso lo del... Camino de la Montaña.

Antes de Cervera, me tengo que fabricar un palo para apartar las zarzas y matorrales que me incordian a veces por meterme en líos de atajos o pasos desconocidos junto al río. Me cuesta llegar a Cervera mucho más de los inicialmente programado, ocho horas para 28 kms., y voy con bastante retraso.

Sigo el consejo de un empleado del Ayuntamiento y camino hacia Cantoral. Pero el escaparse del asfalto tiene su otro tributo, el de desviarse a donde no procede. Y esta vez subo hasta la Tejeda de Tosande, de verdad un escondido paraje maravilloso, que por cierto ya visité hace muchos años en su extensa riqueza natural. Pero son 15 kilómetros de más, por lo que en Cantoral ya acumulo varias horas de retraso.

Tras Cervera de Pisuerga, antes de equivocarme subiendo hasta la Tejeda de Tosande, ya atravieso minas de carbón que han dejado de explotarse hace unas decenas de años.

Tras 13,5 horas de caminata, con sólo pequeñas paradas para la charla, las fotos, orinar y comer un bocadillo sentado en la hierba junto al río, a las 20 h. llego a Castrejón de la Peña. Qué pena encontrarme en tan duro momento con gentes incultas y desconfiadas. Dos horas de espera en el frío bar, para conseguir a base de casi limosnear, un suelo cubierto. Cuando ya después de las 22 h., el alcalde pedáneo me abre la escuela en obras y sin luz ni limpieza, después de tener que contarle todo mi currículum y que consiga una fotocopia de mi DNI, le noto que sigue pensando que puedo ser un malhechor... y que va a dormir más intranquilo que yo. ¡Gentes que se  siguen fiando de los políticos y los curas, después de la que históricamente les viene cayendo, y no de los peregrinos, que les traemos paz y cultura!

Martes, 18.3.14 - 2ª Etapa: CASTREJON - SABERO,  50 kms.


7,20 /20,45 h. Con todo lo de ayer y de la poca hospitalidad del alcalde, que el pueblo no tiene la culpa,  he dormido bien. Bueno, es cierto que el peregrino no exige ni debe exigir nada, pero puede y debe opinar y contar la verdad de lo que le pasa. Salgo a las 7,20 h. Claro que lo de desayunar, ni pensar ni aquí ni en los siguientes pueblos del apellido "de la Peña".

Castrejón de la Peña: la crítica a alguna persona incompetente no coincide con la belleza del pueblo y con la de este amanecer tras dejarlo a mi espalda.

Alterno carretera, caminos y hasta unos trozos de ferrocarril. Pero esta mañana vuelvo a tener las curvas cambiadas para los atajos, porque cada vez que cambio es para dar más vuelta. Al fin es Santibañez de la Peña  (aquí debía haber llegado ayer), cuando a las 10,45 h. encuentro el Ayuntamiento y el Telecentro, desde donde actualizo este blog y me siento reconfortado, porque el mundo ya sabe por donde ando. ¡Son las 12,15 h. cuando voy a a desayunar y almorzar a la vez!

Cuatro fotos que casi se explican solas. Es lo que va viendo el peregrino. Los nombres de estos dos últimos pueblos me hacen sonreir. Aquí  no se encuentra la fábrica de muñecas Famosa, como puede confundir.
Del Bar Mylo, tras mi rápido almuerzo, debo decir que la calidad-precio-atención-simpatía es de lo mejor que he disfrutado en su género. De la monja Sor Tiva, Primitiva Martín Martín, que en el Teleclub me ha regalado dos detalles de Cristo y la Virgen, que la vuelvo a encontrar y hablamos un rato. Convencida de Dios, lo predica bien y parece cumplirlo con el ejemplo, pues con 81 años cuida a su madre de 109,5 años. ¡Cuánto me hubiera gustado visitarla y saludarla!, pero el tiempo apremia... y a lo mejor peco de imprudente.

Un hecho aislado empaña este para mí extraordinario día, como se demuestra al final del escrito de esta etapa. Un G.C., que previamente me ha cruzado al menos dos veces patrullando en la carretera a Guardo con un compañero, me detiene, retiene, interroga, comprueba mi DNI... pero cuando va sólo. A mi distendida observación de que cómo va sólo y cruza la carretera dándome la espalda, situándose en indefensión, con la mano derecha a media altura con mi documento y la pistola enfundada y probablemente asegurada porque salía de conducir, me contesta con un altivo "pero seguro que soy más rápido que Ud.", a lo que sonrío sin creermelo. Su lentitud en la informática o la comunicación telefónica me da tiempo hasta para descansar un rato sentado al borde de la carrtera junto a mi mochila y echar un trago de agua que saco del macuto. Al "qué...¿aún no aparezo en busca y captura?" no contesta. Y por contra, tras contarle un poco de la razón de mi travesía andando, suelta un "Ah... ¿es peregrino?"  Es la tercera vez en mi larga historia peregrino-andante que me retiene la G.C., pero en las dos anteriores supieron mantener las distancias de seguridad y de educación disculpándose de que obedecían ordenes. Con todo, mi sicología me aconseja que le despida con una mentira necesaria, por si he herido su sensibilidad en los comentarios distendidos anteriores. "Comprendo su trabajo y agradezco que se preocupen por la seguridad del peregrino y de la ciudadanía" (?). A este chico, su imprudencia quizás por el aburrimiento del nulo trabajo, su sueño de pescar a un malhechor, su arrogancia de juventud y uniforme y su manifiesta incultura le pueden perder.

Al paso rápido por Guardo, me sorprende este escaparate, la sede de la Peña del Club del casi "mi pueblo" Bilbao.

Como el tiempo  vuela, me prometo pasar de Guardo sin parar. No es así. Un escaparate en la Calle Mayor, ya poco comercial, me hace desenfundar la retratadora y echarle una foto a la sede del "Atlhetic Club - Peña de Guardo". Más adelante, una pregunta y charla con dos lugareños de buen porte, da para varios minutos... de que son forofos del Athletic y bastante más. Tanto que Fernando (55) me insiste en sacarme después hasta 15 kms. (que es lo que perdí ayer y llevo de retraso) y eso que le esperan en Santander, que está en sentido contrario.

Pues hay más alegrías. Otra pareja, que entiende bien  que no podré llegar de día a Cistierna, detiene su turismo en plena larga recta e insiste en llevarme. Acepto por su agradecible detalle, y porque la negativa inicial parece desairarles. Pero lo de estos buenos personajes, lo dejo para dedicarles unas líneas especiales  en mi entrada de "Personajes y Aconteceres del Camino"

A las 17,32 h.,tras retratar este puente medieval de Puente Almudey, me olvido aquí el bastón que ayer mañana fabriqué antes de Cervera junto al río para apartar las zarzas que se me adherían como lapas.

Como Cistierna no parece tener mucho de mi gusto, tras un corto de cerveza con ellos en el Club de Jubilados, casi lleno a tope, les despido para llegar muy de noche al nuevo objetivo, Sabero, que ronda los casi 50 kms. de etapa realmente andada por mí, como es mi costumbre puntualizar en este blog.

Ayuntamiento de Cistierna, ejemplo de la riqueza de una época, primera mitad del siglo XX, que ya pasó.  Cabecera de zona, como Guardo y Sabero, por la minería del carbón que les hizo algo grandes, después sufren para mantense.
Es muy de noche  y el pueblo carretera muy largo, unos cuatro kms. De 21,15 a 22 h. cuatro paisanos no me dejan marchar del bar, donde ya ceno con ellos de pinchos en la barra y respondo a sus preguntas interesadas. ¡Simpáticos y buena gente!

El Albergue Juvenil privado está cerrado y sus dueños ausentes porque ahora no hay negocio. A las 22,30 tumbo mi cuerpo en el suelo encima de la esterilla y me me meto en el saco a descansar. Lo de la ducha sigue siendo prohibitivo en mis extensos horarios de caminante. En esta zona y tiempo hay agua fría por todas partes, bajando de prisa de las montañas nevadas. En mi macuto siempre llevo una toalla vieja y jabón.

Miércoles, 19.03.2014 - 3ª Etapa: SABERO - LA ROBLA, 55 kms.

Tras salir de mi burbuja moderna (saco momia) a orinar a las 5,45 h., el aspecto nocturno y claridad de la luna en su tercer día en C de menguante, a las 5,58 h. me invita a arrancar a andar y subir el "puerto" camino de La Robla.
El trazado de este Camino Olvidado o de la Montaña va desde Bilbao a La Robla muy cercano al viejo ferrocarril de vía estrecha, llamado de "La Robla" (hoy restaurado y de viajeros León -Bilbao), que se hiciera a principios del s. XX para llevar el entonces "oro negro" al gran puerto del Cantábrico. Esta foto muestra una de las pocas apariciones del tren -en el que, para inicio de un tramo de otro "Camino", he viajado de Bilbao a León-, que en estas etapas se me muestra de cuando en cuando.
Vivo unas de las dos horas más extraordinarias de mis amaneceres. Subiendo, que es mi preferencia, con la luna iluminándome por delante y el Planeta Venus brillando por detrás. Sabero es un pueblo muy largo, ya lo he escrito,  que hoy continúo por la carretera  de sus afueras. Disfruto de la música natural de las aguas saltarinas que torrentean desde las montañas cercanas y nevadas, del canto de los pajarillos, carabos y buhos, gallos y perros en la lejanía... hasta del afónico berrido de los corzos.

A las 7,30, poco después de que desaparezca Venus de mis espaldas  y el sol haya tomada las riendas del nuevo día, encuentro la última naranja en el fondo de mi mochila que ha metido mi esposa como último recurso alimentario.

Sorprendente fachada en casa de piedra de un pequeño pueblo, con nada menos que seis escudos, que me "obligan" a entretenerme un rato para estudiarlos.
Los ríos y puentes nunca me dejan indiferente. Los retrato mucho para mi archivo y para enseñarlos cuando creo que procede. Este, sobre el que pasa "el tren de La Robla" está muy cerca de...

...la estación de Valdepiélago.

Otra vez un pretendido atajo,-y me había prometido esta mañana no desviarme del asfalto-, me retrasa una hora la llegada al Ayuntamiento de La Vecilla de Curueño. Entrada en internet, error al salir para León, comida distendida en Restaurante Springgield... total que son ya las 16,30 h. cuando arranco y me quedan más de 20 kms. hasta La Robla. Acelero a tope, pero también retrato gallos, que los de aquí me dicen son famosos mundialmente por tener la mejor pluma para la pesca de río, y paro  a saludar y charlar un poco con paisanos.

La Vecilla de Curueño. Palacio y Torreón Militar del s. XV, extraordinariamente reformado y adecuado para actual Ayuntamiento
En el almuerzo, atiendo mensajes pendientes en el móvil. Es el día del padre y este peregrino tiene dos buenos hijos que le siguen puntualmente en sus aventuras. Sus ánimos de hoy inyectan mucha moral para el largo camino que esta tarde me espera.

Es de noche total cuando llego casi sudando y oigo las nueve campanadas delante del Ayuntamiento de La Robla.  El alguacil de turno me atiende e indica de maravilla, llamando al encargado del nuevo Albergue. De 21,30 a 23,00 h. me empleo en la charla distendida con Sixto, encargado y que vive un rato "mi Camino",en las labores de aseo personal y de escritura... y también por fin me tumbo en la litera baja más cercana al radiador eléctrico, envolviéndome con sólo  paños menores en dos mantas, para que el saco de alta montaña esta noche descanse en el fondo de la mochila.

Jueves, 20.03.14 - 4ª Etapa: LA ROBLA - FASGAR. 59 kms.

Etapa Candela.

Descansar tumbado siete horas en litera, no es igual que dormir, pero para el cuerpo, que es "inteligente", puede ser suficiente para volver a estar en forma al amanecer siguiente. A las 6,20 h. inicio mi andadura, que hoy me espera kilometrada en subida a la montaña leonesa. En las tres primeras horas disfruto casi las mismas sensaciones de ayer.  

Me amanece subiendo un puerto camino a La Magdalena, pueblo cuyo nombre me recuerda a su homónimo de la patrona de Arrigorriaga y a mi nieta mayor Maialen.
La Magdalena, a 20 kms. es mi primer objetivo.  No sólo  encuentro el desayundo necesitado en el Hotel Santa Lucía, sino algo mucho mejor, la extraordinaria hospitalidad y cariño de su propietario Juan Carlos, un luchador y trabajador polivalente, que mucho sabe de esta su tierra y este su Camino. En seguida subirá a internet  (Facebook) la foto que nos sacamos juntos y un breve comentario de mi aventura, que  sólo diez horas después  me va a aportar una inmensa ayuda.

Desde Bilbao se está trabajando para "resucitar" esta maravilla de Camino.

Y en el Camino, también nos hacemos por unos minutos amigos como estos.
Llegar a Pandorado me cuesta unas horas. Hay belleza natural en las aldeas que cruzo. Y otro largo y más empinado puerto para coronar la cota de 1.100 m., que no será la máxima de hoy.

Pandorado (1100 m.) Esta vieira no es para mí un adorno peregrino. Es el "vaso" más cómodo que he descubierto en mi 23º Camino, que llevo en el bolsillo del pantalón  para beber agua a menudo, como es necesario en poca cantidad y muchas veces, de fuentes, arroyos y canalillos de la cuneta.
"En Vegarienza tienes una casa muy especial para comer. Es comida y ambiente totalmente casero", me ha dicho Juan Carlos a las 9,30 h. Pero en El Castillo, el pueblo anterior, sigo las flechas amarillas que me sacan de la carretera y después me dejan tirado. Aquí es donde meto cuatro kilómetros de más que me enfadan, hacen retroceder y casi me dejan sin comer, porque a las 15,30 h., ya a las dos señoras mayores -que tienen que ir a limpiar el gallinero-  les parece tardísimo. Almuerzo unas judías frescas, lengua estofada de ternera, con agua, pan y vino, en la mesa corrida de la amplia cocina, mientras la cocinera aparenta ver la tele pero se le nota el "cabreo" porque me mete prisa con un "allí me estan esperando... y es que les soy más necesaria que aquí". Está muy bueno, pero son diez euros en veinte minutos sentado, porque me marcho con dos manzanas y un plátano, que lo como fuera tumbado en un jardín cercano.

Desde Pandorado he bajado, pero a partir de este meteórito almuerzo, empieza de nuevo la subida.

Al ver el anuncio de Aguasmestas, se abandona la ctra. a Villablino por el Valle Gordo con el rio Omaña, por la  izquierda.
Son las 16,34 h. y me quedan 20 kms. de dura subida. Y el corazón tiene doble actividad, con el bombeo a las piernas y al estómago para la digestión. Bajo el ritmo y aún me dirán después "a menudo paso subía". Cirujales, Villar de Omaña, Villaverde, Marzán, Barrio de la Puente, Torrecillo, Posada de Omaña, Vegapujín y Fasgar son aldeas de postal en este valle de montaña, reserva de la biosfera. La nieve se me acerca y al preguntar a algunos nativos, me lo ponen como imposible que mañana pueda atravesar la montaña  (cota 1645 msnm en Collado del Moro) "con más de un metro de nieve" y llegar al otro valle, ya en el Alto Bierzo.

Sigo ascendiendo cota y bebiendo agua en mi vieira de las "cascadas" que se rompen en la cuneta.




A las 20,10 h., tras abrir la puerta del bar Teleclub de Fasgar y saludar con un "buenas noches a todas y a todos", nueve caras se vuelven hacia mí. En la mesa corrida de la derecha, seis hombres  de edad muy madura juegan a las cartas. Tras la barra de bar del fondo, uno de edad media y cara muy curtida por la alta montaña, me observa sin palabras. Y en la mesa de la izquierda, una madre joven levanta atónita la cara del móvil y me asegura: "¡Usted es Peregrino Bat!". Al lado una niña de dos años sigue cascando avellanas en la mesa de madera con una piedra de pizarra.

En los últimos kilómetros anteriores voy autoconvenciéndome del prudente fin aquí de este Camino. A los anteriores comentarios anotados se suman otros tan desanimadores como "en Fasgar igual no duermen ni cuatro y no verá a nadie".  Así que la entrada al bar para mí resulta como la entrada al cielo, después de un infierno de pensamientos y un purgatorio de kms. en mi cuerpo. Los cansancios se me olvidan repentinamente.

Noche en Fasgar (León). Per Bat con la niña que cascaba avellanas -Candela- y su madre Rosi.
 A mi  "Sí. ¿Como lo sabes?" a la madre guapa, su respuesta "Acabo de verle aquí en Facebook y hace un rato le he seguido en su blog. Estoy emocionada..." Me siento al lado de la niña, que me recibe bien, porque es el sitio libre más cercano y creo que adecuado. La larga hora restante  en el local social de Fasgar es también para mí emocionante. Van llegando más moradores trabajadores jóvenes. La charla, información y preguntas recíprocas de todos y con todos, me eleva la moral para atreverme sin dudarlo a la etapa de mañana. Rosi (33) y Santiago (38) me invitan a cenar y a dormir en su casa. La sobremesa de la cena dura hasta la 1,30 h. Su hija, con un comportamiento admirable, se retira a dormir sólo un poco más tarde de su hora. ¡Tras 59 kilómetros de dura etapa, este "premio" es una excelente compensación!  

La niña de dos años que casca avellanas se llama Candela. Casi por encima de la extraordinaria hospitalidad de sus padres y del comportamiento de todo el pueblo, me admira la hija. Veo en ella la nueva sabia para que estas aldeas de montaña y dificultades, de buenas gentes, no sólo sobrevivan, sino se les reconozca su infinito mérito por conservarnos la naturaleza. Al recordar ésta como la "etapa Candela", homenajeo a sus padres y a todo el pueblo, que ahora lo habitan seis vecinos, pero hay  50 casas arregladas. Y así quiero proclamarlo al mundo.

Viernes, 21.03.14 - 5ª Etapa: FASGAR - BEMBIBRE - LEON, 49 kms. 

Etapa del Zermatt Leonés.

La casa de piedra está a 1341 m. junto al río Vallegordo, afluente del Omaña, ahora y casi siempre una torrentera  rítmicamente cantarina por el desnieve, y además me dejam la amplia habitación junto al río. Con el aceptable murmullo de la cascada, me parece oir el de la lluvia. Efectivamente ha llovido y llueve cuando, tras desayunar con Santiago y hacernos tres fotos, parto a las 7,55 h. hacia la montaña nevada.

Fasgar 7,50 h. La casa arreglada por Santiago y Rosi, heredada de los padres de ésta, que con una licenciatura en enfermería, probaron fortuna unos años en Oviedo... y regresaron a la naturaleza. ¡Per Bat os felicita!
Fasgar 7,52 h. Ayer cuando subía  a este último pueblo del Valle Leonés del Omaña o Valle Gordo, me recordaba a la otra subida que hacía con mi hijo de 21 años y dos montañeros más en septiembre de 1995 a hollar el Cervino. Hoy, algo más viejo y con peores condiciones meteorológicas, lo hago sin acompañantes hasta el Collado de Campo (1645) desde éste para mí "Zermatt Leonés"
En la plaza del pueblo, algunos de los de anoche parten a la jornada laboral de la construcción. "Hay mucha nieve arriba y viene muy mal día. No creemos que puedas llegar a la ermita de Santiago" Es la sinceridad a la que hoy el nuevo día obliga. Pero, ya con las pilas bien cargadas ayer y durante la noche, yo arranco.

En seguida hay nieve blanda cubriendo todo el camino. Resulta agotador cada paso y muy pronto me mojo hasta los tobillos, luego hasta las rodillas, bastante más tarde hasta la cintura. Llevo las ligeras zapatillas Salomon (de Goretex), para mí, calzado tan inmejorable en las grandes caminatas como inútil con el agua y la nieve, donde las más abultadas botas Goretex sólo hubieran aguantado sin empaparme un par de horas más.

Llueve y hay niebla. Ni desmayo ni lo dudo. Adelante, que el tramo duro no es más que de unos tres kilómetros, hasta alcanzar la cota del Collado Campo (1645 m.). Estoy bien alimentado, he dormido "bien" y mi moral está muy alta. Un poco antes de llegar al Collado se borra el camino, tapado por la nieve con supuestamente altura de hasta 1,50 m. o más en puntos concretos. Arriba hay un cartel anunciador, que al menos no se ha tapado. Tengo que jugámela en la bajada al circo, donde supuestamente está la ermita de Santiago, que leo se reunen cada 25 de julio los de Fasgar y los de Colinas del Campo en romería de hermanamiento. El descenso es aún más dificil y peligroso. Sin camino, las "escobas", la mochila y la arrollada colchoneta embolsada en una mano, me hacen de flotador cuando me sumerjo en varios hundimientos en los torrentillos de agua que van por debajo de no sé cuanta altura de nieve. En la otra mano, el pequeño paraguas plegable de varias batallas aún me ayuda algo.

A las 9,45 h., en el Circo de Campo y ermita de Santiago ya me veo casi  salvado.
 
Encrucijada en el Circo del Campo de Martín Moro, donde nace el río Boeza. Al llegar me encuentro salvado, intento informar a Rosi, pero no hay cobertura en el teléfono. Me alimento, saco fotos y replanteo la ruta. Tardo en encontrar la salida por la niebla que se cierra y la lluvia que no cesa. En 15 minutos me quedo muy frío del cuerpo empapado que ya llevo hasta casi la cintura.
En la ermita de Santiago, (1.550 m.) hay un pórtico cubierto y emparedado de unos 5m2, suficiente para un descanso y comer a cubierto el extraordinario trozo de tortilla que sobró en la cena de noche y que Santiago me ha insistido esta mañana que lleve con un zusko de pan. ¡Otro detalle muy necesario para mi posterior éxito! También hay restos de fuego de hace semanas... por lo que con mi equipo y la ropa del macuto  salvada y seca, podría aguantar aquí muchas horas y hasta días.

Pero los minutos pasan, no encuentro la salida por la niebla que de nuevo se cierra, y además llueve. Me estoy quedando helado. Tengo que salir y rápido. Lo hago y al de unos minutos encuentro el camino, aunque previamente me cuestiono vadear el caudal de unos cuatro metros de ancho y profundidad nada clara, por el torrente veloz de agua. Acelero para entrar en calor. Una laja resbaladiza del camino me hace caer aparatosamente. Sólo se me rompe una varilla del viejo paraguas, que mantengo como tercer necesario compañero junto con la mochila a la espalda y la colchoneta  enfundada en una bolsa de plástico negro en la otra mano. Sigue lloviendo.


¡Ay lo de los puentes... aunque me lo explicó muy bien ayer Arsenio! "Vas siempre por la izquierda del río y viéndolo, menos un rato que pasas por un puente de madera a la derecha..."  Me cuesta un ratillo encontrarlo, porque el camino se mete en el río (es para los animales y en tiempo menos torrentero). Pero ese puente ya no está para miedosos. Hasta me permito hacerme y hacerle fotos.



Lo del segundo (...." y en seguida verás otro que te vuelve a la izquierda del río") es más grave. No sé si el río, por su fuerte caudal ha tirado uno o ha abierto otro canal de agua. Estudio largos minutos cómo pasar el segundo, altamente peligroso por la fuerza de la corriente del agua. A cuatro patas, muy despacio y asegurando siempre con tres puntos de apoyo y previa comprobación anterior de los mismos... lo consigo.



A partir de aquí acelero a tope. El camino ya es casi un río, mejor, así no resbalo. Y como voy empapado por abajo pues... adelante a toda máquina y por el agua. Tengo que meter al cuerpo en calor. Llego a Colinas a las 12,27 h... y ya me considero salvado del todo. Ayer les dije en el bar que yo me objetivaba hasta cinco horas para este recorrido y lo he conseguido en cuatro y media.

Iglesia de Colinas de Campo de Martín Moro.






Desde Colinas, el resto por camino hasta Igueña. Aquí peso la mochila (7,570 kgs), tomo un café con leche como única comida y  merced a la empleada de la limpieza, sello la credencial y mi "agenda de las trincheras"en el Ayuntamiento. Y bajo tan rápido a Bembibre por carretera, y a veces teniendo que abrir el  paraguas, que me autoseco las prendas de abajo, pies y zapatillas.  A las 19 h. llego y reconsidero que no merece la pena los 15 k. por carretera hasta Ponferrada para llegar a hora muy tardía, máxime después de la maravilla de etapa-paisaje-naturaleza  que he vivido intensamente.

Terminado aquí mi Camino Olvidado a pie, aún no ha acabado mi día más difícil de este Camino.. y me queda el regreso a Aguilar en bus/tren, que tampoco va a ser un "camino de rosas".  Lo contaré en... "El complicado regreso y conclusiones"
  

Cuando subo por el Valle Gordo y el río Omaña, tras enterarme de que en Fasgar se acaba la carretera, me imagino estar en Suiza, subiendo a Zermatt, para el día siguiente intentar hollar el Cervino de 4.778 m. Después, al ver el pueblo de Fasgar iluminado ya de noche y al día siguiente al salir de él de madrugada hacia la montaña nevada hasta Collado de Campo (1645), viene a mi mente el nombre turístico que voy a acuñar para este pueblo, el Zermatt de León.

EL  COMPLICADO REGRESO, RESUMEN Y CONCLUSIONES. 

Desde Bembibre y a las 7 de la tarde, no es fácil acertar en las comunicaciones para llegar a Aguilar mañana sábado al mediodía. Lo más rápido en salir, no es a veces lo mejor. Un bus de Alsa me lleva a León a las 20,30 h. Aquí la pelea va a ser dura, con cuatro horas de dar vueltas a una ciudad, que aunque pequeña, también ando los aproximádamente 8 kms. que he sumado a la etapa, llegando a los 49 de hoy.

De la Estación de Autobuses al Albergue Municipal, donde he pernoctado en alguno de mis pasos peregrinos, pero está cerrado desde hace años. Subo hasta el otro extremo, a la estación  de "La Robla"... y no llegaría a Cillamayor hasta casi las 18 h, de mañana más tener que bajar a Aguilar otros 12 kilómetros a pie. Intento bajar rápido de nuevo al albergue de las Carvajalas... y está ya demasiado cerrado por la hora muy tardía.

Me acuerdo a las 22,30 h. lo que me pasara en Santiago, tras terminar no sé qué largo camino y querer salir pitando o al menos  asegurar billete en Renfe para el día siguiente. Tuve que maldormir en el jardín de la Plaza Galizia. Hoy en León, ya sólo me queda cenar bien y relajado y bajar a medianoche hasta la nueva Estación de Adif-Renfe. Al menos me aseguro de que mañana a las 7 h. hay tren a Palencia. Ya no dejan tumbarse en las modernas estaciones... y las cámaras lo controlan todo. La calle no baja esta noche mucho de 0º y mi saco y mi cuerpo lo aguantan. También he secado toda la mojadura de la mañana con mi propio cuerpo y los 35 kms. a buen ritmo desde Colinas.

Sábado, 22. A las 6,45 h. ya tengo los billetes. De 7 a 8,15 h. hasta Palencia. Tres horas y veinte minutos para patear la ciudad de la "catedral bella desconocida" y hacer el reportaje de fotos. Parece casualidad, que no hubiera venido  por aquí desde julio de 1965, en mi primer Camino de Santiago, el que ahora me ha colocado en los primeros puestos del blog de Enlaces "Diarios de Peregrinos". Por aquí pasé en mi andadura de entonces. Por aquí regreso de mi última, cincuenta años después. 

Palencia, sábado 22.03.14. En agosto de 1965 pasé por aquí en mi Primer Camino, con 17 añitos, vi la Catedral, subí al Cristo de Lotero y dormí por 10 pesetas.  Esta mañana vuelvo en mi regreso para cerrar mi Cincuentenario como Peregrino. Y en 3,5 horas de la mañana me lleno de nuevo de la ciudad castellana pateándola de cabo a rabo... menos subir al Cristo de Lotero.
El tren lento de las 11,35 h. me deja a las 12,51 en Aguilar. Y en él, aún tengo la suerte de charlar con una pareja de Marbella que va a Fromista para retomar el Francés que acabaron allí en otra caminata desde S.Joan Pied de Port. Lo de menos es que mi esposa e hijo llegan tarde a la lejana estación aguilarense (en Camesa, a cuatro kilómetros). Lo de más es que llueve a rachas y hace un frío que pela. Arranco andando e intento atajar como puedo por el polígono industrial de Villallano. No me encuentran, claro. ¡Y sufro la segunda caída -y peligrosa- de este osado Camino! Tras la voltereta aparatosa por un terraplén mojado y resbaladizo, al encontrarme entero... me río de mi mismo. 
A las 13,40 h. me autorretrato la última foto en la ermita románica del antiguo cementerio, con las rocas detrás de Peña Aguilón, que dieron nombre a este pueblo aguilarense que el 14.05.1255 ya recibiera de Alfonso X el Sabio, que andaba por aquí, el título de villa realenga.
A las 14,30 h., tras despegarme de mi mochila y una ducha relámpago y hasta con agua caliente, me siento a almorzar con parte de mi familia en el Restaurante Siglo Veinte, hoy invitados por mi suegra Nati, de 86 años.

Resumen y conclusiones.  Bueno, pues no voy a resumir, para no repetirme. Ahí está contado casi todo  lo que me parece pueda interesar algo. Y en conclusiones, que este camino es una maravilla para los que además de peregrinos somos montañeros, que me he sorprendido a mí mismo otra vez más al conseguir una media diaria de 53 kilómetros y pasando tres noches en muy duras condiciones. Que es el primer camino que lo hago entero sin gafas -esas de miopía que me acompañan desde los 12 años-  y que lo he visto todo bastante bien. Tan bien que he acabado muy fresco y sin dolencia alguna, aunque no me he mirado en la báscula. En síntesis, otra excelente y enriquecedora experiencia. O sea que... continuaré buscando nuevos Caminos. La Vía Bayona ya está en mi mente.  Y que puedo confirmar una vez más con mi propia experiencia que... querer es poder.